El sector de los servicios minoristas de telecomunicaciones sigue siendo uno de los más dinámicos e innovadores motores del desarrollo económico a nivel mundial. Este mismo dinamismo tecnológico le exige una creciente especialización en su esquema industrial vertical.
Las tecnologías radio que usan el espectro (sobre todo la telefonía móvil y los nuevos servicios de banda ancha que se proveen) han requerido una fortísima inversión en centros de infraestructuras pasivas físicas para cubrir las área geográficas deseadas. Según datos de CMT (Comisión del Mercado de Telecomunicaciones), en España hay más de 115.000 estaciones base de las diferentes tecnologías de telefonía móvil de los operadores que están ubicadas en los más de 50.000 centros de telecomunicación de los operadores.
En el pasado reciente, este despliegue de infraestructuras físicas se fue realizando por cada operador por separado, utilizando mínimamente centros ya implantados y compartidos, con el foco puesto en el desarrollo de redes y centros en propiedad.
La problemática de estos centros con las diferentes administraciones y la compleja gestión de propietarios hacen que esta actividad sea muy especializada. En la renovada Ley General de Telecomunicaciones se pretende simplificar e impulsar los despliegues de este tipo de redes y centros, especialmente en áreas urbanas para los servicios de banda ancha móvil 4G.
Sin embargo, en los últimos años, la fuerte caída del consumo y la generalizada recesión económica han llevado a todo el sector minorista de telecomunicaciones a revisar en profundidad sus esquemas industriales y replantearse la actividad de construir y gestionar un enorme parque de centros de infraestructuras pasivas que alberguen sus equipos electrónicos. Se están produciendo movimientos de compartición y venta de estos centros e incluso algunas administraciones públicas están analizando la posibilidad de facilitar el acceso y poner en valor las infraestructuras que poseen.
Por tanto, cada vez es más interesante el papel de los gestores neutros de infraestructuras compartidas que, como el caso de los operadores integrados en UNIRED, integran en sus emplazamientos multi-cliente, multi-servicio y multi-tecnología a los diferentes operadores finales de telecomunicaciones, prestándoles servicios mayoristas de coubicación.
Los beneficios son evidentes, se facilitan los despliegues técnicos en tiempo y costes, se reducen los gastos operativos y se focalizan las inversiones en redes electrónicas. Además, se reducen las redundancias de centros y el impacto urbanístico y ambiental. Cada operador minorista se concentra en sus clientes y servicios, externalizando las gestiones de propiedades, trámites administrativos específicos y mantenimiento de elementos físicos de casetas, torres, caminos de acceso, energía, etc,..
Esta figura integradora es cada vez más necesaria y demandada y, a la vez, más exigente y especializada. Los operadores de UNIRED han desarrollado servicios de telesupervisión y actuación remota sobre equipos e infraestructuras, así como sistemas de respaldo de climatización y energía, gestionando servicios desde sus centro de Operaciones 24/365. También se han definido protocolos de acceso abierto a intervenciones en equipos electrónicos para los operadores coubicados y detallados sistemas de gestión de riesgos laborales y calidad, con acuerdos de servicio de mantenimiento de infraestructuras muy exigentes.
Como en muchos otros sectores y servicios, en las telecomunicaciones, la compartición y la optimización de costes de infraestructura es una clave de éxito empresarial.